lunes, 23 de marzo de 2009

El lujo no puede jugar con las personas

No queremos que "diamantes de guerra" sustituya al lema "un diamante es para toda la vida", con estas palabras el presidente de la empresa sudafricana De Beer, Nicky Oppenhaimer, abogaba para defender el comercio legal de diamantes y dejar atrás el conflicto que supone su comercio ilegal.


En este blog se defiende el lujo responsable y por lo tanto se condena rotundamente el tráfico ilegal de diamantes que sirve para potenciar y financiar conflictos de guerra.

Países como la República Democrática del Congo, Sierra Leona o Angola se han servido de la explotación minera para financiar sus guerrillas y los ejércitos que practican el fructuoso trueque de diamantes por armas.

A día de hoy, siguen siendo frecuentes los conflictos entre hutus y tutsis en la República Democrática del Congo y lo peor es que se están alimentando de los beneficios obtenidos de la explotación civil y muchas veces obligada y míseramente remunerada para prolongar los conflictos. Es por eso que países como Angola, Namibia y Zimbabwe apoyan al gobierno congoleño a cambio de derechos de explotación minera en zonas limítrofes, y otros como Burundi, Rwanda y Uganda respaldan a los rebeldes participando del tráfico ilegal de diamantes que los financia.

Después de los años de dictadura de Mobuto, en 1997 triunfó la guerrilla encabezada por Laurent Desiré Kabila, quien instauró la República Democrática del Congo. A partir de allí, la guerra por el poder ha sido sustituido por el control de riquezas del subsuelo como diamantes, petróleo o cobalto. Este conflicto se cobró la vida de Kabila poco después de haber concedido la exclusividad de la comercialización de diamantes a la sociedad israelí Idi Diamond.


Con Angola la historia no es mucho más diferente. La UNITA, el movimiento opositor Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, lucha contra el gobierno por el control de los recursos naturales y este conflicto lleva ya cobradas un millón de víctimas fatales. La UNITA se mantiene actualmente vivo gracias a los beneficios de la comercialización de diamantes. Y la guerra de Sierra Leona es una historia parecida, donde el tráfico ilegal de diamantes desde zonas de Sierra Leona controladas por los rebeldes sirve para financiar ayuda militar destinada al FRU.

Lo peor no es esto, sino los países que actúan y ayudan a que esto siga ocurriendo. Tapándose las caras unos a otros por intereses comunes, representantes de firmas importadoras y procesadoras de diamantes de Amberes (ciudad belga que comercializa dos tercios de todos los diamantes del mundo) adquieren en esos países africanos sus paquetes de piedra en bruto y, con gran facilidad, los introducen en Bélgica, Gran Bretaña y la India. ¡Y esto es lo que no podemos permitir! Por lo que no me extraña que los gobiernos belga, israelí y ucraniano están siendo presionados para que controlen más rigurosamente las transacciones que tienen lugar en Amberes, Tel Aviv y Kiev.

Se vulneran los derechos humanos -ya denunciados por ONGs como Intermon Oxfam o Cruz Roja- que trabajan de sol a sombra por suelos míseros. Y hablo con conocimiento de causa. En Sudáfrica, una de las regiones más ricas del mundo en diamantes, a los trabajadores se les hace radiografías del cuerpo y la boca para asegurarse que no se han llevado consigo ningún diamante.
A raíz de la multitud de protestas bajo el lema de Blood Diamonds (diamantes ensangrentados), se preparó el conocido Proceso de Kimberley para intentar garantizar a los clientes que no estaban financiando guerra ni abusos de los derechos humanos con la compra de diamantes. ¿En qué consiste?


El Proceso de Kimberley, en el cual están implicados más de 30 países (además de la Unión Europea), pretende establecer un esquema de certificación de origen de los diamantes en bruto evitando, por tanto, que los clientes se sientan partícipes de la explotación y utilización de diamantes con fines de guerra. Aunque muchos países forman ya parte del Proceso, uno de los expulsados por no poder certificar el origen de sus diamantes fue el Congo, lo cual me da que pensar...


Sin embargo, no son todo halagos al Proceso. Amnistía Internacional decía: "Damos la bienvenida al proceso de Kimberley como un gran paso en la gestión del problema de los diamantes conflictivos. Pero hasta que el comercio del diamante este sujeto a un control obligatorio e imparcial, no habrá garantías efectivas que todos los diamantes sean identificados y retirados del mercado."

Sea como sea, menos es nada y desde este blog se exige que el lujo no vaya, jamás, reñido al sufrimiento humano y mucho menos que ataque los hombres.

Nicky Oppenhaimer tiene razón: "No queremos que "diamantes de guerra" sustituya al lema "un diamante es para toda la vida"." Me sumo a la propuesta.

http://www.guiadelmundo.org.uy/cd/special_features/Los_diamantes_de_la_guerr.html

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